A colección de ensaios de Stefan Zweig que leva o significativo título de El legado de Europa (Acantilado, 2003) –libro póstumo que editou e titulou o seu amigo Richard Friedenthal– remata cun texto breve pero intenso e emotivo. O mito bíblico da torre de Babel tense empregado con insistencia para considerar a diversidade lingüística e cultural como unha maldición ancestral salientando sempre a súa cara negativa. Mais Zweig, en plena gran guerra, levanta a súa voz e escribe este artigo orixinalmente en francés –a lingua do inimigo–. Un chamamento á irmandade entre os países:
"Algunos hombres audaces pusieron los cimientos, visitaron reinos ajenos llevando su mensaje y, poco a poco, los pueblos se hicieron amigos, aprendieron unos de otros, intercambiaron conocimientos, valores y metales y, progresivamente, descubrieron que la diferencia de lenguas no tenía por qué significar un alejamiento, ni las fronteras, un abismo entre ellos. Sus sabios reconocieron que la ciencia aislada de un pueblo no podría por sí sola comprender la infinitud, y pronto los ilustrados cayeron en la cuenta de que el intercambio de conocimientos aceleraba el progreso común; los poetas tradujeron las palabras de los hermanos a las suyas propias y la música, la única de las artes que estaba libre de la estrecha atadura de la lengua, inspiró por igual los sentimientos de todos. Los hombres amaron más la vida desde que supieron que era posible una unidad más allá de la lengua, y hasta dieron gracias a Dios por lo que les había impuesto como castigo; le dieron gracias porque, con la pluralidad que les había impartido, les había dado la posibilidad de gozar del mundo de muchas maneras y de amar con conciencia más firme la propia unidad en medio de las diferencias."
Zweig foi un dos máis grandes europeístas de todos os tempos e sen embargo, nesta época na que o europeísmo ten tan boa prensa, non xurde o seu nome coa frecuencia que eu penso que merece.
(Na imaxe, A Torre de Babel, de Pieter Brueghel sobre a edición en castelán da colección de ensaios de Zweig)
"Algunos hombres audaces pusieron los cimientos, visitaron reinos ajenos llevando su mensaje y, poco a poco, los pueblos se hicieron amigos, aprendieron unos de otros, intercambiaron conocimientos, valores y metales y, progresivamente, descubrieron que la diferencia de lenguas no tenía por qué significar un alejamiento, ni las fronteras, un abismo entre ellos. Sus sabios reconocieron que la ciencia aislada de un pueblo no podría por sí sola comprender la infinitud, y pronto los ilustrados cayeron en la cuenta de que el intercambio de conocimientos aceleraba el progreso común; los poetas tradujeron las palabras de los hermanos a las suyas propias y la música, la única de las artes que estaba libre de la estrecha atadura de la lengua, inspiró por igual los sentimientos de todos. Los hombres amaron más la vida desde que supieron que era posible una unidad más allá de la lengua, y hasta dieron gracias a Dios por lo que les había impuesto como castigo; le dieron gracias porque, con la pluralidad que les había impartido, les había dado la posibilidad de gozar del mundo de muchas maneras y de amar con conciencia más firme la propia unidad en medio de las diferencias."
Zweig foi un dos máis grandes europeístas de todos os tempos e sen embargo, nesta época na que o europeísmo ten tan boa prensa, non xurde o seu nome coa frecuencia que eu penso que merece.
(Na imaxe, A Torre de Babel, de Pieter Brueghel sobre a edición en castelán da colección de ensaios de Zweig)
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