21 jun 2009

Os libros esperan


Chegou o verán e todos, máis ou menos, sentimos a ilusión de que en poucos días teremos máis tempo libre que dedicarlle aos nosos pasatempos. Esa viaxe que imaxinas, ese proxecto que soñas, esa investigación que efectuar e eses libros que esperan no andel desde non sabes xa cando. Vicente Risco dedicoulle unha das súas famosas columnas a estes libros. É o seu momento.


HORAS

LOS LIBROS ESPERAN

Unos esperan en casa; otros esperan en la librería.
Los que están en casa esperan que uno tenga tiempo; los que están en la librería esperan que uno tenga dinero.
Y como dicen que el tiempo es dinero, todo es uno.
Los libros esperan; mientras uno busca tiempo para leerlos y dinero para comprarlos, puede uno hablar de ellos.
Puede uno hablar de ellos bien, puede uno hablar de ellos mal.
Puedo uno hablar de como son por dentro, o de como son por fuera.
La mayor parte los conocemos por fuera: por eso se dice: "leer los libros por el forro" –o se decía, pero se puede volver a decir.
Por el forro –que también se llama "cubierta" o "capa"– todos son muy bonitos, llenos de colorines y de figuritas, y de parejitas que se están mirando, como en las postales, y composiciones cubistas, que aún perviven, y de símbolos, y de muchas cosas más, que, como siempre, sería prolijo enumerar.
Esto de "sería prolijo enumerar" es, en realidad, una frase muy buena. Lástima que no se use. Es una muestra de compasión y de cortesía del escritor hacia el lector.
En este momento, no éramos lectores, sino contempladores.
Se dice también que "debajo de una mala capa se esconde un buen bebedor". Lo que no hemos oído nunca es lo que se esconde debajo de una buena capa.
Hoy los libros tienen todos buena capa. Pero a veces levantamos sin éxito esa capa. Lo que encuentra dentro es tan malo, que da gana de tirar con el libro, pero como es tan bonito por fuera, no se atreve nadie a tirarlo, y allí queda.
Por eso se puede sacar de aquí una enseñanza que no tiene que ver con los libros: aunque tengáis hijas feas, vestirlas bien.
Ya veis como los libros siempre enseñan algo, sin necesidad de abrirlos.
Tendrán enseñanza en el texto, pero también la tienen en el forro.

La Región, 19 de marzo de 1955.


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